Las crisis económicas
han azotado a España a lo largo de toda su historia, iniciadas por graves
crisis agrarias, por lentos procesos de industrialización o por las terribles
consecuencias de una Guerra Civil.
Mientras ingleses,
franceses y alemanes miraban hacia la industrialización y la
capitalización, España, con la herencia del Antiguo Régimen,
comenzaba el siglo XIX con un mercado interior reducido y
fragmentado por la ausencia de medios de transporte, con un déficit
presupuestario permanente y de fondo, el techo productivo producido por el
estancamiento de una agricultura tradicional.
Con este panorama,
la industrialización no llegó a España hasta 1840, y teniendo su
principal punto de apoyo en el sector textil catalán y en la entrada de capital
extranjero, destinado en gran parte, a explotaciones mineras e inversiones en
el desarrollo del ferrocarril.
En los primeros 20
años del siglo XX, el estacionamiento económico siguió siendo la masiva
de la economía española. Mas las aguas calmadas dieron a su fin con
el estallido de la Guerra Civil, que supuso la caída
abruptamente del PIB en un 33%. El hambre, la represión contra los
vencidos, la perdida de reservas, la caída de la productividad agraria e
industrial y un fuerte endeudamiento, dieron la bienvenida a la postguerra y al
comienzo de un periodo autárquico e intervencionista dirigido con Francisco
Franco.
A partir de 1959
empieza a brillar la teoría de los ciclos económicos, así, un
periodo de expansión va seguido de uno de recesión. El crecimiento económico de
los 50 vino gracias al cambio de la política franquista, que a través del Plan
de Estabilización, redujo el intervencionismo y abrió una pequeña puerta
hacia el exterior. El freno expansivo llegaría en 1973 con la crisis
del petróleo.
Los Pactos de
la Moncloa de 1977, suscritos por el Gobierno, dieron un respiro, ahogado
por los efectos de una segunda crisis del petróleo entre 1979 y 1980 que
desencadenaron fuertes niveles de desempleo. La recuperación llegó en 1985 con
la entrada de España en la Comunidad Europea.
Siendo esta, el
prólogo de un gran crecimiento económico entre 1994 y 2006 situado
alrededor del 3,5% anual, que fue fraguando la pesada losa de la crisis
económica que se soporta desde 2008, provocada por los efectos del boom
inmobiliario y que se ha visto alargada por la llegada tardía de medidas
que pongan freno a una nueva crisis que se añadirá a los libros de historia.

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